La pequeña localidad de Urumaco, en el norte de Venezuela, es en la actualidad una zona casi desértica. Hace nueve millones de años, sin embargo, un río homónimo bañaba la región y desembocaba en el golfo de Venezuela. En él habitaban hasta siete especies diferentes de cocodrilos. Coexistían todos ellos con diferentes morfologías, diferentes tipos de dientes y diferente dieta.
Algunos habían desarrollado dientes esféricos para comer caracoles o cangrejos, otros alcanzaban los 12 metros de longitud y se alimentaban de tortugas y grandes roedores. Cada uno había adoptado un rol en su propio nicho ecológico que permitía una convivencia sin competir por los mismos recursos. Era una apacible comunidad de cocodrilos especializados. Y de diversas familias, desde caimanes y aligátores hasta los comunes cocodrilos.
Diversidad amenazada
Un estudio publicado en la revista 'Nature Communications', liderado por el investigador Massimo Delfino, del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, descubrió esta enorme diversidad y dos nuevas especies desconocidas por la ciencia gracias al estado desértico de la zona. "Esto nos permitió encontrar los restos más fácilmente, pero no deja de sorprender el profundo cambio geológico que se produjo", afirma el investigador italiano. El equipo estima en 14 el número de especies de cocodrilo que existían en Suramérica durante el Mioceno tardío.
"Entonces la diversidad de cocodrilos era enorme, y es precisamente esa diferenciación y especialización la que explica su supervivencia durante tanto tiempo", afirma el investigador. Sin embargo, cuando el río Urumaco cambió su recorrido, hace cinco millones de años, consecuencia de la elevación de los Andes, y la desembocadura del delta del Amazonas pasó del Caribe al Atlántico, esta biodiversidad desapareció. Y ello explica la alarma actual en relación a la biodiversidad.
"En la etapa que hemos estudiado la diversidad era enorme, lo que contrasta radicalmente con la actualidad, en la que la morfología de los cocodrilos se está uniformando", añade Delfino. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, especies de 'Crocodylidae' como el gaviálido están más amenazadas que el oso panda. Y la pérdida de biodiversidad, según Delfino, seguirá aumentando. "Lo más seguro es que cada vez más especies pasen de ser vulnerables a encontrarse en peligro crítico", afirma el científico italiano. Lo que ahora es un árido desierto, hace millones de años fue un oasis de una biodiversidad que en la actualidad es cada vez más complicado de encontrar.